Manuel Mier y Terán |
Este bravo, inteligente y culto soldado de la insurrección de Independencia nació en Tepeji en el año 1783. Acabados sus estudios primarios en su pueblo natal pasó a la capital de la Nueva España para entrar en estudios superiores y cursar la carrera de ingeniero en el Colegio de Minería. Su raro talento le reservaba un brillante porvenir en su carrera, pero él, amante de la libertad de su Patria, desdeñó la aureola de la ciencia y se lanzó a los campos de la batalla entre las filas insurgentes allá por el año de 1811.
Se incorporó a las fuerzas de Don Ignacio Rayón y por encargo de éste fundió varios cañones que a la postre cayeron en el poder de Calleja cuando los realistas tomaron y casi destruyeron Zitácuaro. Con Rayón y la Junta huyó a Tlachapa y allí empezó de nuevo a fundir otros cañones. De Tlachapa pasó a Sultepec y enseguida fue con Rayón a atacar a Toluca cuyos defensores, al mando de Porlier, consiguieron desbaratar a los insurgentes y apoderarse de toda la artillería que con tantos desvelos y trabajos había conseguido formar don Manuel.
Mier y Terán que había entrado en la revolución con el único propósito de trabajar con la independencia de su patria se separó de Rayón cuando como dice Villaseñor por los desaciertos del Presidente de la junta vio desaparecer su ejército y huir al jefe insurgente. Separando de Rayón fuese a unir con Morelos alistándose en la división de don Miguel Bravo en la cual se portó con lealtad y heroísmo.
Durante algún tiempo operó en la Mixteca hasta que Morelos lo llamó a Tehuacán para que se incorporara a las fuerzas destinadas para tomar Oaxaca. Allí se le encargó del mando de toda la artillería. Salieron las fuerzas de Tehuacán el día 10 de Noviembre de 1812 y avistaron Oaxaca el día 25 del mismo mes.
Don Manuel Mier y Terán dirigió la artillería, mas viendo que no había peligro en abandonarla, la dejó y avanzando con denuedo atravesó un foso antes que don Guadalupe Victoria, que pretendía lo mismo, y llegó bizarramente hasta la plaza de la ciudad en donde puso en dispersión a los fugitivos que aún trataban de defenderse.
Más tarde quedó a las órdenes de Rosains comandante de las provincias de Oriente, y durante ese tiempo expedicionó por las Mixtecas; ayudó poderosamente a la fortificación de la inexpugnable fortaleza de Cerro Colorado; derrotó el 27 de Julio de 1814 al realista Álvarez en Silacayuaca, lo cual le valió su ascenso a coronel; y estuvo en la derrota de Huamantla en donde, pudiendo, no lo socorriera Osorno.
Cuando algunos jefes rebeldes pretendieron no sólo destruir a Rosains, sino privarlo de la vida, Terán, para salvarlo, le quitó el mando por la fuerza y se erigió él mismo en comandante de Tehuacán y las Mixtecas. Allí en Tehuacán estableció una gran maestranza y recibió al Congreso cuando llegó fugitivo. Por ciertas desavenencias don Antonio Sesma, su antiguo superior inmediato, y con el congreso, de la noche del 14 de diciembre disolvió a éste y creó una comisión Ejecutiva de la cual él fue uno de los miembros al lado de Alas y cumplido, como lo apunta Zamacois.
Con objeto de recibir las armas que le había prometido el norteamericano Robinson quiso tomar Coatzacoalcos y emprendió una desastrosa caminata no temiendo más remedio que regresar a Tehuacán.
Derrotado en las lomas de Santa María por el realista Morán, muchos de sus oficiales se indultaron; luego fue nuevamente derrotado por Samaniego; y, por último, encerrado en Tehuacán, trató de salir pero le abandonó la caballería y faltándole parque al mismo tiempo tuvo que entrar en parlamento.
Pidió pasaportes para salir al extranjero y, entregando todas sus armas y la expugnable fortaleza del Cerro Colorado, salió de Tehuacán en enero de 1817.Como no obtuvo el pasaporte que pedía pudo retirarse tranquilamente a Puebla en donde estuvo trabajando algunos años como escribiente, pues no quiso aceptar el grado de coronel realista que le ofrecía el Gobierno Virreynal.
Fue acusado de traición por haber capitulado en Tehuacán, pero supo vindicarse y continuó comunicándose en secreto con los insurrectos, por más que por su medio se hubiesen indultado Osorno, Vázquez, Espinosa, Manilla y otros, según se encuentra en Villaseñor. (II - 178).
En 1821 al formarse el ejército trigarante se sumó a sus gloriosas filas y tomó parte, con Bravo, en el sitio de Puebla que capituló el 2 de agosto. Establecida la República Federal fue electo diputado por Chiapas y en 1824 fue nombrado ministro de la Guerra en el Gabinete de don Guadalupe Victoria.
Andando el tiempo, en 1829, después de haber estado alejado algunos años de la política, tuvo el nombramiento de comandante de Jalisco; tomó parte activísima en la expedición triunfal de Tampico contra Barradas, y últimamente fue candidato a la presidencia de la República, enfrentándose contra Santa Ana, en el año de 1832.
Todos los historiadores se deshacen en alabanzas de Mier y Terán --cuyos hermanos D. Joaquín fueron también insurgentes - y no se cansan de repetir que fue un hombre culto, inteligente y activo que entró en la revolución solamente por el bien de la Patria y no por su medro personal. Alamán dice de él: "fue uno de los hombres más sensatos y de más profunda penetración que he conocido; tan amante del orden era que, cuando la revolución de Vicente Gómez, se llenaba de terror considerando que se podría volver a la atroz anarquía de los insurgentes".
Por eso en el mes de junio de 1832, desilusionado del todo, y más que nada, apenado por los grandes males que empezaban a aquejar a la Patria, murió -casi loco- en el pueblo de Padilla donde muriera el consumador de nuestra Independencia.
Este texto forma parte del libro:
Hombres Ilustres de Puebla, Tomo I, de
Joaquín Márquez Montiel, editado en el año de 1952
por la editorial Jus, p. 333 – 336
Manuel de Mier y Terán: Un insurgente ilustrado